La historia reciente del Madrid está marcada por la convulsión deportiva e institucional. En los últimos 15 años, el club blanco ha cambiado 7 veces de presidente y 16 de entrenador. El caos, pues, se ha apoderado de una entidad que antaño presumía de ser modélica. El Madrid ha dejado de ser la referencia futbolística nacional e internacional por ‘culpa’ del Barça. Pero no sólo eso. También ha perdido el liderazgo a nivel de imagen. El orgullo madridista ha desaparecido después de tantos escándalos. Y aunque en la caverna mediática no se resignen, el mundo del deporte y de la empresa ha girado la vista hacia el Camp Nou. El estilo Barça, sus títulos y la excelencia personal y profesional liderada por Guardiola se han acabado imponiendo por la fuerza de la razón.   @more@

Florentino Pérez, acostumbrado a bañarse en millones de euros y otros tantos millones de alabanzas, no soportaba el fracaso que suponía para un hombre de éxito como él comprobar que el Barça superaba al Madrid en todos los ámbitos. Y, por eso, el pasado verano tomó una decisión muy arriesgada: contratar a Mourinho como entrenador. Se equivocó. Otra vez. Pensaba que con la llegada del portugués la dinámica iba a cambiar. Que el Madrid recuperaría su viejo esplendor. Que su equipo volvería a ser admirado. Que el rancio abolengo del uniforme blanco generaría expectación mediática. Nada de nada. El Madrid es hoy el club más antipático del mundo porque tiene al presidente más prepotente, al jugador más chulo (Cristiano Ronaldo) y al entrenador más odiado.

Mourinho fue un clavo ardiendo al que se agarró Florentino. Y ahora ese clavo ya le está quemando las manos. El entrenador portugués ha sublimado su habitual actitud impresentable y está perjudicando gravemente la ya de por si demacrada imagen del Madrid. Su plante a los medios de comunicación europeos en la previa de la Champions fue la culminación de sus continuos despropósitos. La incontinencia verbal de Mourinho ya se ha cobrado muchas víctimas. Demasiadas. Pero todavía queda una. La víctima más preciada. La última. El propio Florentino Pérez. Sí. El presidente blanco acabará siendo devorado por su propia criatura, por el monstruo que ha inscrustado en el vestuario del Bernabéu
.
Este Madrid podrá ganar partidos. Podrá, incluso, ganar algún que otro título. Pero no ganará adeptos. Ni generará corrientes de opinión favorables. Ni aumentará el impacto mediático de la institución. Este Madrid, construído alrededor de un entrenador tan impresentable como Mourinho, sólo provoca animadversión, rechazo y sonrojo. Este Madrid, construído alrededor de un provocador como Mourinho seguirá mirando al Barça por el retrovisor. Fútbolística e institucionalmente.