domingo, 28 de marzo de 2010

De cómo el franquismo sobrevive en el fútbol: la prensa deportiva de la capital de España


 Hay dos grandes sectores de la sociedad española en los que la democracia no ha penetrado porque no ha podido: la judicatura y el fútbol.

 A la judicatura venimos dedicando desde hace mucho tiempo continuos comentarios que no han agotado el tema pero que lo han perfilado en cierto sentido.

 En cambio, el del fútbol es un espacio en el que resulta muy difícil penetrar porque el interés popular que se refugia en él, paradójicamente, es mucho más violento en su reacción, se cierra como una almeja a cualquier intento de penetración y reacciona furiosamente, tachandonos a los que lo intentamos de lo que ellos precisamente son: sectarios.

 Sectario, derivado de secta, es una palabra que significa la pertenencia a un grupo tan cerrado que no sólo rechaza someterse a cualquier clase de razonamiento sino que hace gala de todo lo contrario, de imponer su fanático partidismo por encima de toda razón.

 Todos los aficionados al fútbol son en cierta medida sectarios, aunque sólo sea como reacción, para combatir los excesos de los aficionados de los equipos de fútbol contrarios.

 Es muy difícil, si no imposible, hallar un aficionado al fútbol mesurado, razonable, imparcial, inteligente, porque la inteligencia no es sólo la facultad de entender el mundo que nos rodea sino también de comportarse consecuentemente.

 En todo este sectarismo del fútbol opera como gran estimulante la prensa. La prensa ha sido denominada cuarto poder por su influencia en la formación de la opinión pública. No se sabe muy bien por qué, todo lo que se lee en un periódico, se oye en una radio o se ve en una televisión goza de una capacidad de convicción absolutamente decisiva y esto lo saben muy bien los dirigentes del fútbol, por ello todo gran equipo tiene un periódico, por lo menos, de cabecera.

 Y un diario sometido a un equipo, una radio consagrada a estimular una afición, o una televisión partidista es peor para la estabilidad emocional, que no para la salud física, que cualquiera de las llamadas drogas duras. No es infrecuente oír a una persona normalmente sensata desbarrar completamente cuando habla de fútbol.

 En el fútbol, se cumple a rajatabla el fondo hipócrita hasta el cinismo de aquel consejo que Franco le daba a uno de sus ministros recién nombrado: “Fulanito, no se meta usted en política”. Franco no hizo nunca nada en toda su larguísima vida que hacer política pero sabía, con esa astucia que le permitió, unida a la suerte, permanecer 40 años gobernando ilegítimamente un país, que la mejor manera de hacerla era negar que la hacía. Franco no hizo nunca política, él hacía otra cosa, ¿qué?,  murió, demasiado tarde por cierto, sin decirnoslo.

 Es lo que hacen todos los que representan algo en el mundo del fútbol, con alguna excepción, abominar cínicamente de la política cuando no hacen precisamente otra cosa.

 Porque política no es sino manejar una cierta cantidad de poder para conseguir unos fines singularmente egoístas, fuertemente interesados. Todo lo contrario a lo que debería ser un espíritu deportivo.

 Por supuesto que esto no es igual en todos los países del mundo.Hay naciones de honda raigambre democrática, como Inglaterra, en los que el fútbol, siendo muy importante, tanto que uno de sus entrenadores dijo con toda la ironía posible que el fútbol no es algo de vida o muerte, sino mucho más importante, pero allí ni la prensa ni las aficiones son tan desvergonzadamente partidistas como aquí. Lo de aquí ha llegado a ser único en el mundo, superando incluso a lo que sucede en esos desgraciados países de Sudamérica, cuyas desesperadas circunstancias politicosociales hacen que esta afición sea casi la única válvula de escape que el individuo tiene, pero por lo que nosotros sabemos la prensa no se ha podrido, envilecido, prostituido hasta el extremo en que lo ha hecho aquí.

 Cierto es que aquí, el fútbol, no es sino un aspecto esencial de la política, directamente derivado de aquel“ panem et circenses” de los emperadores romanos. Durante 40 larguísimos años de fascismo, la única opción que el pueblo tenía de diferenciarse hasta cierto punto de la línea marcada férreamente por el dictador era la que se le permitía en los estadios: el único grito de espontánea rebeldía que se permitió en el país era aquel de “así, así, así gana el Madrid”. Nada más, cualquier otra disidencia era aplastada con la férrea bota de las fuerzas armadas y de seguridad del Estado.

 De  manera que el fútbol no fue sino otro aspecto que el Estado fascista controló férreamente de tal modo que la intervención del dictador fue directa y esencial llegando incluso a decidir personalmente cuestiones tales como que un determinado jugador actuara en años alternativos en el Madrid y en el Barcelona, una especie de juicio salomónico que el club catalán rechazó categóricamente a pesar de venir de quien venía.

 Y aquella sumisión del pueblo a los dictados del déspota inhumano, caló tan hondo que aún hoy, a los treinta y tantos años de su muerte todo en el fútbol sigue atado y bien atado y el club de la capital de España sigue exigiendo el vasallaje que el tirano implantó con la intención de que fuera para siempre, de tal modo que, si los sucesores de aquel monstruo no logran  impedirlo definitivamente, sólo la sucesión de varias generaciones de españoles conseguirá que el fútbol deje de ser franquista, pero es realmente difícil, porque el poder auténtico, el económico, es esencial,  naturalmente fascista por naturaleza y tenderá siempre al mantenimiento de unas estructuras que tanto y tan bien han contribuido a la alienación del pueblo, otra vez el “panem et circenses”: mientras las aficiones del Madrid y del Barça luchen por la hegemonía de sus equipos dejarán de preocuparse por lo que realmente les debería interesar: la puñetera economía, su bienestar social. “Es la economía, que no el fútbol, estúpidos”, les diría Clinton.

 Lo que sucede en el futbol viene a demostrar una de nuestras más firmes conclusiones políticas: no hay clases ni partidos políticos puros; la vida es un “totum revolutum” en el que, en una misma clase, en un mismo partido político, conviven tendencias absolutamente autoritarias, esencialmente antidemocráticas, plenamente derechistas, antiprogresistas, con otras no tan reaccionarias y así vemos como grupos políticos hasta ahora  de centro izquierda, como Prisa, publican libelos netamente fascistas como su diario deportivo, AS, en el que se practican todas y cada una de las máximas más retrogradas del nazismo, los principios de Goebbels, sin ninguna clase de rubor, llegando al extremo, en una actitud absolutamente semejante a la que el PP practica en la política pura y dura, de sostener una postura teórica  frente al electorado y practicar la contraria en un ejercicio de cinismo que causa incluso estupor.

 Por ejemplo:

 1-el PP se autodenomina popular y proclama a los cuatro vientos que su interés no es otro que defender los intereses de las clases populares pero toda su actividad real se encamina a limitar, si no eliminar, todas sus conquistas sociales; del mismo modo, AS, sostiene que la Real Ferderación Española de Futbol está dominada totalmente por el Barcelona Club de Futbol, hasta tal punto que ha denominado al tiempo ocupado en la presidencia de la misma por Villar como “el Villarato” pero sucede que:

 A)  toda la estructura de dicha Federación, en todos su cargos directivos específicos menos uno se halla ocupada por antiguos jugadores o entrenadores del Madrid, con Hierro de Director deportivo y Del Bosque como seleccionador absoluto nacional, con la decisiva importancia que esto representa en orden a elegir a los futbolistas más determinantes del equipo contrario lo que puede producir sus lesiones o ausencias no sólo ya por su selección  con la consiguiente no participación de éstos en los partidos de la liga nacional, lo que supone una clara ventaja para los intereses del equipo de la capital de España;

 B) ni que decir tiene que lo mismo sucede con los miembros de todos los organismos jurisdiccionales encargados de aplicar las normas federativas en caso de infracciones: todos las Comisiones que deciden sobre sanciones a los jugadores  se hallan constituidas por miembros declarados de la institución madridista;

 C) item más, los 2 grandes diarios deportivos del país, con venta en todo el territorio nacional, AS y Marca, éste último el diario con más ventas de todos los estatales, incluidos los generalistas, son descaradamente pro madridistas hasta tal punto que no han dudado en emprender una durísima campaña contra todos los árbitros, coaccionándolos de tal modo que éstos saben que de no actuar a favor de los intereses del Madrid ya sea favoreciéndole directamente o indirectamente perjudicando al Barça, serán sometidos a la más dura de las persecuciones mediáticas de tal modo que algunos de ellos han tenido que solicitar protección policial para ellos y para sus familiares con motivo de un arbitraje en el que los 2 periódicos madridistas le han echado encima a esa afición sectaria donde los haya.

 D) pues, bien, a pesar de todo esto, ambos rotativos todos los días de partido siguen afirmando cínicamente que los árbitros, o sea, el villarato, continúa protegiendo al Barça, incluso cuando como el pasado sábado 6 de febrero, el juez de su partido contra el Getafe, expulsó a 2 de sus jugadores y le señaló una pena máxima en contra; lo crean ustedes o no, dichos diarios afirmaron que el  arbitraje fue un auténtico escándalo por su parcialidad a favor del equipo catalán, la pregunta es: ¿qué tenía que hacer el colegiado para no pecar de dicha parcialidad, sacar una pistola y matar a Valdés, el portero del equipo barcelonista?

 Esta es, pues, la actitud de la prensa deportiva de España, en el año de gracia de 2.010. Como se ve, un magnífico ejemplo de imparcialidad y elegancia.

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