martes, 18 de enero de 2011

La "prima donna"



La expresión “prima donna” designa uno de los conceptos peyorativos más virulentos del mundo, la explosión del narcisismo más execrable, y constituye la culminación de lo que se considera la superación del mal concebido feminismo.

Uno de los componentes esenciales del comportamiento femenino es la tendencia absolutamente irreprimible a llamar la atención y otro es la variabilidad, el tipo esencialmente femenino no sólo es voluble sino también profundamente exhibicionista y ambos caracteres se conjugan indisolublemente unidos en el carácter del que podríamos muy bien llamar la figura más carismática del fútbol español, que entrena al que, sin duda, es el más famoso de nuestros equipos.

Una caracteristica inevitable en las "primas donnas" es su tendencia irresistible a exigir a sus chulos constantes "capriccios".

El chulo de la "prima donna" casi siempre es un individuo gris, absolutamente silencioso, que huye de las primeras páginas, y se mantiene, siempre que puede, en segundo plano, incluso suele tener la apacible apariencia de un buen y pacífico obispo católico, no la exhibe nunca, pero es seguro que, en algún sitio de su oscura vestimenta, se halla esa cruz enorme que los santifica.

Pero, volviendo a la "prima donna", que es nuestro personaje esencial, ésta siente un apetito irreprimible por las primeras páginas, de tal modo que estaría dispuesta a vender su alma al diablo por ellas, si la tuviera.

Porque no la tiene, una "prima donna" es una desalmada esencial porque el alma huye de lo efímero como de la peste y todo lo que reúne en sí una "prima donna" es efímero por naturaleza porque ya hemos dicho que, como culmen de la femineidad, adora lo explosivamente instantáneo, y aborrece lo que permanece, o sea que la "prima donna" vive a expensas de la instantaneidad, de lo absolutamente momentáneo, lo que dura más de un instante la aburre.

Entonces, cambia constantemente de discurso y así, un día nos habla de los jueces y otro de los piratas, entendiendo por aquéllos a los árbitros y por éstos a los que los mandan, pero, como la suprema mujer que es, se muestra esencialmente mentirosa porque sabe que unos y otros no pueden hacer otra cosa que servirla porque, si no, se exponen a ser crucificados por ella  en la más publica de las plazas, que son los 2 grandes periódicos deportivos, números 1 en el ámbito de lectores.

Pero, esencialmente femenina como es, rechaza esta verdad con un delicioso mohín: todo el mundo, en este delicioso país de nazifascistas, aborrece al equipo que creó y mantuvo Franco empecinadamente como símbolo supremo de su propia excelencia y ama desordenadamente a aquel otro que lo combatió hasta su muerte, afirmando que era algo más que un puñetero club de fútbol.

Porque, seguramente todavía no lo hemos dicho, la autentica esencia de la "prima donna" es negar la realidad, porque es antiestética y profundamente desagradable por naturaleza.

De modo que la "prima donna" accede, todos los días, a la primera página de los dos diarios más vendidos en el país, y hace el nuevo mohín que toca, afirma, con todo el cinismo del mundo que enloquece a esos  “parvenus” que han llegado a su dirección por los mismos motivos que las diosas del mismo son y han sido Lola Flores y Belén Esteban, y dice cosas tales como que el árbitro del último partido ha decidido suicidarse pitando en contra del equipo que domina todos, absolutamente todos los organismos que dirigen en este detestable país los sagrados destinos del balompié.

Y el pueblo, esa masa informe, iletrada y canallesca, que hace como que ignora  la composición del cieno de la pocilga en  la que todos los días se sumerge como un nuevo Sigfrido tan obtuso como vulnerable, aplaude a su nueva "prima donna" hasta con las orejas porque representa el sueño dorado de su propio e íntimo deseo, ser una mujer.

Y así están, por ahora, las cosas en este desdichado país de todos mis puñeteros pecados.

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